“EL BARICITINIB SUPONE UNA REDUCCIÓN DEL 71% EN LA MORTALIDAD DE MAYORES DE 70 AÑOS”
Pedro Abizanda, jefe del Servicio de Geriatría del Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, presenta las conclusiones de los estudios COVID-A y COVID-AGE. Algunas, muy dramáticas: el exceso de mortalidad fue de un 564% en el primer mes; en el 40% de residentes se ha producido una discapacidad incidente. Abizanda cree que la geriatría debe ser una asignatura de seis créditos impartida por geriatras en las Facultades de Medicina.
-Nos gustaría comenzar esta entrevista con la referencia al I Congreso virtual de la SEGG en la que ha participado con la ponencia “Resultado de los estudios COVID-A y COVID-AGE.” ¿Cuáles son las principales conclusiones extraídas de estos informes?
El estudio COVID-A es un estudio financiado por el Instituto Carlos III para hacer un seguimiento de las repercusiones del COVID en las residencias de Albacete. Desde el primer momento nuestro servicio intervino en las de la capital y luego en las de la provincia. PLOSONE ya ha publicado los primeros resultados transversales sobre qué pasó en los tres primeros meses y actualmente estamos haciendo el seguimiento de los residentes para ver las repercusiones de la pandemia.
La mortalidad fue elevadísima en el primer mes y en los tres primeros meses fue del 28%. De cada 10 residentes, fallecieron tres. En términos epidemiológicos, el exceso de mortalidad fue de un 564% en el primer mes y de 315% en los tres primeros meses. Estos datos son dramáticos.
Los tres principales factores de riesgo han sido la edad, la discapacidad y la comorbilidad por lo que si queremos identificar a los más vulnerables es a través de esos factores. También hemos destacado que dos tercios de los residentes tuvieron síntomas, pero, como ya sabemos que prácticamente el 100% estuvieron contagiados, eso implica que un tercio fue asintomático. El virus puede entrar de manera asintomática en las residencias.
Por otra parte, hemos analizado los costes que supuso para las residencias y, aunque la mayoría son públicas, vimos que supuso un aumento de 95% en los costes lo cual es una enormidad. Se multiplicaron por dos el número de horas de enfermería y, en cuanto a cuidadoras ocurrió, probablemente, lo mismo. Además, existió un decremento del diez por ciento en los ingresos. Para el sistema privado es un dato muy preocupante porque aumentan los costes y disminuyen los ingresos lo cual pone en peligro el sistema. Las repercusiones económicas también son tremendas.
A nivel longitudinal, en cuanto a los resultados preliminares, de momento sabemos que en el 40% de residentes ha existido una discapacidad incidente; de cada diez que han sobrevivido, cuatro han presentado un aumento en su discapacidad o dependencia. Si ha sido a causa del virus, no lo sabemos, pero es la realidad. El virus, el confinamiento, o ambos, afectan a la función de los mayores. Además, el 60% de los residentes que han sobrevivido presentan síntomas depresivos, el 30% suelen presentarlos normalmente y ahora ese porcentaje es del 60%; el 40% presentaban síntomas de ansiedad y un 35% de estrés postraumático.
Los residentes que eran frágiles han presentado una progresión a la dependencia y la muerte mucho mayor que los robustos. La pandemia se ha cebado en frágiles y discapacitados.
¿Y en cuanto al COVID AGE?
Nuestro hospital se convirtió en hospital COVID. Hicimos recogida de datos de nuestros pacientes y durante varios meses recogimos los datos de casi 500, todos mayores de 70 años. Trabajamos en equipos multiprofesionales. Colaboraron los reumatólogos y tuvimos desde el principio un acceso monitorizado a fármacos biológicos. En concreto utilizamos mucho baricitinib, un inhibidor de JAK (Janus Kinasas) que se emplea para artritis reumatoide, pero, como vimos que la enfermedad tenía un componente inflamatorio importante, lo utilizamos y los resultados, que se publicarán en Sciencie Advances, suponen una reducción del 71% en la mortalidad en mayores de 70 utilizando este fármaco. No es un ensayo clínico con lo que no tenemos la mayor evidencia científica pero los resultados son muy congruentes y homogéneos. En este artículo, en colaboración con un grupo italiano de la universidad de Pisa, describimos que este fármaco puede reducir la mortalidad, al inhibir la entrada del virus en la célula y dificultar su replicación dentro de la misma, así como reducir la tormenta citoquínica. Éstos serían los mecanismos moleculares de por qué es beneficioso en la práctica clínica.
Actualmente estamos empezando a escribir los resultados del Baricitinib sobre la radiología. Esperamos extraer más conclusiones sobre este fármaco y ver si los mayores responden de manera diferencial a los jóvenes porque puede funcionar mejor en los mayores.
- ¿Cuál es el principal reto que, en su opinión, se plantean los geriatras en este momento en la epidemia?
Hay muchos, pero sí creo firmemente en que tenemos un papel relevante trabajando en los equipos multidisciplinares. Un papel de atención directa hospitalaria es necesario porque los mayores tienen una manera diferencial de enfermar y presentan numerosos síndromes geriátricos que requieren una colaboración del geriatra. Un segundo papel sería en el medio residencial y, también, un papel a nivel de promoción y prevención de la salud no solo para la población general sino también qué actividades deben realizar los mayores en sus domicilios para prevenir las secuelas del confinamiento.
-¿Y en cuanto a investigación en envejecimiento y fragilidad clínica?, en ocasiones ha hablado de que nos movemos en un mundo gerontófobo, a pesar de los datos demográficos y sanitarios sobre el envejecimiento y la indudable necesidad de esa investigación…
Es cierto que, a pesar de que la población más afectada han sido los mayores, resulta llamativa la escasa participación de los mayores en los ensayos clínicos con vacunas o fármacos. Las edades medias en esos ensayos son de 50 o 55. Parece que, sistemáticamente, se ha excluido a los mayores de 70 cuando son los más afectados y a los que vamos a dar los fármacos en su momento. La participación de los mayores en estudios de vacunas es testimonial y es terrible porque será la parte de la población primera que se vacunará. Seguimos con un mundo gerontófobo. Un estudio en JAGS dice que una cuarta parte de los twits durante la pandemia han tenido un contenido de edadismo. La edad fue en la pandemia un criterio de selección en atención sanitaria. Esto nos desbordó a todos, pero ya hay movimientos para que la edad no sea un criterio de atención sanitaria. Debe haber una valoración geriátrica previa para asignar recursos.
- Albacete ha sido la primera opción para los residentes que optan por geriatría ¿alguna propuesta especial para ellos?
Ha sido este año y por dos motivos: la información pregrado en geriatría. Ahora mismo es inconcebible que no exista una asignatura de geriatría con 6 créditos en todas las universidades. La formación en geriatría y envejecimiento aparece en el curriculum, pero como asignatura con 6 créditos, los mismos que puede tener nefrología o reumatología y otras especialidades reconocidas, hay en muy pocas, e impartidas por geriatras, en menos. Es inconcebible que, ahora mismo, los médicos que salen licenciados no tengan una formación en el principal paciente que van a ver en su desarrollo profesional. La Universidad de Castilla la Mancha creyó en esta necesidad desde el principio y por ello tenemos una asignatura de 6 créditos impartida por geriatras. Para muchos, la especialidad les resulta atractiva. Por eso nos escogen. El segundo motivo es que tenemos un servicio de geriatría completo, muy investigador, muy docente y resulta atractivo.
-Yendo un paso más allá ¿prevé que sea una especialidad cada vez más numerosa teniendo en cuenta que será cada vez más necesaria por el envejecimiento de la población y por la calidad de vida que tenemos? ¿Cómo atraemos a los jóvenes a esta especialidad?
Durante la pandemia se está viendo claramente que hacen falta más geriatras. Probablemente necesitemos el doble de geriatras de los actuales por el futuro que se nos viene encima con crecimiento exponencial hasta 2040 y esto se hace aumentando numerosas plazas de formación MIR y atrayendo a los jóvenes con pregrado impartido por geriatras.