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Noticia SEGG

HISTORIA DE LAS VACUNAS Y LOS MAYORES

José Gutiérrez Rodríguez AGC Geriatría. Hospital Monte Naranco. Coordinador Grupo de Infecciones y Vacunas de la SEGG.

HISTORIA DE LAS VACUNAS Y LOS MAYORES

El 31 de diciembre de 2019, la Comisión de Salud y Sanidad de la provincia China de Wuhan informó sobre un agrupamiento de casos de neumonía de etiología desconocida. El 7 de enero de 2020 se identificó como agente causal un nuevo coronavirus al que se denominó “severe acute respiratory syndrome coronavirus 2” (SARS-CoV-2) y que provocaba un cuadro clínico denominado “coronavirus disease 2019” (COVID-19).

El 12 de enero se publicó su secuencia genética y el día 30 de enero la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el brote como una Emergencia de Salud Pública de Importancia Internacional.

A partir de ese momento pudimos ver cómo el SARS-CoV-2 se extendió por todo el mundo condicionando un impacto brutal sobre nuestros sistemas económicos y de salud debido a sus altas tasas contagio, hospitalización, ingresos en UCI y mortalidad.

Así mismo, hemos vivido una carrera contra reloj en el diseño, fabricación, distribución y administración de las vacunas frente al virus. De forma que el día 2 de diciembre, 11 meses después de su secuenciación genética, el Reino Unido se convertía en el primer país del mundo en aprobar una vacuna frente al SARS-CoV-2, la vacuna de Pfizer/BionTech, y el 27 de diciembre era vacunada la primera persona en nuestro país.

De esta manera, asistimos a un hito histórico en la vacunología y pasamos de necesitar un tiempo de unos 8-10 años para desarrollar una vacuna a tan solo 12 meses.

Pero no solo eso, durante estos meses pudimos constatar que estas vacunas cumplían de forma adecuada con las características que debe tener la vacuna ideal, entre las que destacan:

- Ser efectiva con 1 o 2 dosis, ya que con mayor número de dosis se complica su administración y se encarece la vacunación.

- Ser segura, pudiendo producir leves síntomas a nivel local (dolor, tumefacción, necrosis…) o sistémico (cansancio, mal estar, febrícula/fiebre, cefalea, dolor muscular, náuseas y resfriado…), sin asociarse con efectos adversos graves indeseables que requieran intervención médica o condicionen visitas a Urgencias, hospitalizaciones o muertes.

- Se pueda administrar a grupos de población diana como personas mayores o pacientes que presenten inmunodepresión, enfermedad renal crónica, patología respiratoria, cardiopatías…

- Ser capaz de reducir la transmisión del virus del huésped infectado y vacunado a sus contactos.

- Conferir una inmunidad, al menos, superior a 6 meses, y con ello reducir la posibilidad de infectarse o de re-infectarse y enfermar.

La eficacia y seguridad de las vacunas, unida al impacto de la pandemia sobre la economía y la salud, han contribuido a generar una predisposición de la población a ser vacunada. Otros de los factores que están influyendo de forma positiva son las campañas de formación e información por parte de las instituciones públicas y la implementación de nuevas estrategias de vacunación como captar pacientes utilizando nuevas tecnologías, planificar centros de vacunación en lugares no tradicionales, organizar circuitos especiales de vacunación para personas de riesgo o con grandes discapacidades, vacunar de forma oportunista durante la hospitalización, formar y capacitar personal específico dirigido a la vacunación de grandes masas de población…

Todos estos factores han favorecido poder alcanzar elevadas tasas de cobertura de vacunación frente al SARS-CoV-2 en nuestro país, de forma que a día 31 de mayo:

  • Hemos recibido más de 28 millones de dosis, lo que supone el 30% de las dosis adquiridas.
  • Un 38% de la población ha recibido 1 dosis de la vacuna.
  • El 19.4% de la población total ha sido vacunada con la pauta completa.
  • El 100% de mayores de 80 años y el 94% de las personas entre de 70-79 años han recibido la pauta completa de vacunación.

Sin embargo, estas tasas de cobertura tan favorables no se correlacionan con la evolución de las mismas en el resto del mundo, especialmente en países menos desarrollados.

A día 22 de mayo, de los 7.700 millones de personas que forman la población mundial, solo 757,67 millones de personas habían recibido al menos una dosis de la vacuna. Es decir, mientras que en países desarrollados como España el 34,6% de la población había recibido 1 dosis en esa fecha, solo el 9,7% de la población mundial había sido inmunizado al menos con 1 dosis.

Estas cifras nos indican que existe una clara desigualdad en las tasas de vacunación y una falta de equidad a nivel mundial en el acceso a las vacunas. La división del mundo en estados ricos y pobres se acompaña de diferentes coberturas de vacunación y se estima que los países pobres no alcanzarán inmunidad de rebaño hasta 2024, lo que nos puede poner en riesgo de sufrir nuevas oleadas por cepas mutantes resistentes a las vacunas.

Para atajar este problema de falta de equidad en el acceso a las vacunas, en abril de 2021 la OMS, la Comisión Europea, Francia y la Fundación Bill y Melinda Gates pusieron en marcha el Acelerador de Acceso a Herramientas COVID-19 (ACT).

El Acelerador ACT no es un órgano de toma de decisiones ni una nueva organización, es un marco de colaboración.

Tiene como asociados, además de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Comisión Europea y Fundación Bill y Melinda Gates a la Coalición para la Promoción de Innovaciones en pro de la Preparación ante Epidemias, la Alianza Gavi para las Vacunas, el Fondo Mundial de Lucha contra el Sida Tuberculosis y Malaria, la Unitaid, la Fundación para la Innovación en materia de Nuevos Diagnósticos (FIND), la Wellcome Trust y el Grupo del Banco Mundial.

El objetivo del Acelerador ACT es poner fin a la pandemia de COVID-19 lo antes posible. Para ello, trabaja en base 4 pilares fundamentales: establecer una adecuada conexión entre los sistemas de salud, profundizar en la obtención de tratamientos contra la COVID-19, desarrollar medios de diagnósticos e investigar y producir vacunas frente al SARS-CoV-2.

El pilar vacunas (también denominado COVAX) tiene como objetivos los de velar por que las vacunas se desarrollen lo más rápidamente posible, se fabriquen en cantidades adecuadas y se hagan llegar a quienes más las necesitan.

Covax está actuando como una plataforma de apoyo tanto para la investigación como para el desarrollo y fabricación de varios candidatos a vacuna y todos los países participantes, independientemente de sus niveles de ingresos, tienen el mismo acceso a estas vacunas una vez que se desarrollan.

El objetivo inicial es tener 2.000 millones de dosis disponibles para fines de 2021 para las naciones con ingresos más bajos, que de otro modo no podrían pagar estas vacunas.

En definitiva, la pandemia por SARSS-CoV-2 y el hito histórico de la obtención en tiempo récord de vacunas para este agente infeccioso ha vuelto a poner de manifiesto que la vacunación es una de las estrategias de salud pública que más contribuye a prevenir enfermedades infecciosas, disminuir las tasas de mortalidad y prolongar la esperanza de vida en la población. 

Las vacunas que actualmente se administran en nuestro país nos ayudan a disminuir la gravedad de las enfermedades, las necesidades de ingreso hospitalario y la mortalidad. 

En las personas mayores la vacunación adquiere mayor importancia ya que al presentar un sistema inmunológico envejecido se ve disminuida su capacidad de respuesta ante los procesos infecciosos condicionando más riesgo para desarrollar complicaciones graves tras las infecciones.? 

La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología recomienda la vacunación sistemática de personas mayores frente a gripe, neumococo y tétanos. Así mismo, en función de los antecedentes personales y los factores de riesgo individual, también podría estar indicada la vacunación frente a tos ferina. 

Es preciso destacar que desde principios del año 2021 está indicada la vacunación sistemática de personas mayores frente al SARS-CoV-2 (COVID-19) y que a partir de 2022 se recomendará la vacunación sistemática de mayores de 65 años frente al herpes-zóster, todo ello con el objetivo de prevenir las enfermedades infecciosas y mejorar el estado de salud de las personas mayores.

 
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