“SE TRATA A LOS VIEJOS Y VIEJAS COMO SI FUERAN TODOS IGUALES”
ANNA FREIXAS. Es escritora, polemista, reivindicativa, autora del éxito “Soy vieja” y en el próximo congreso de la SEGG reivindicará que los Mayores son muy diferentes y es hora de tenerlo en cuenta.
¿Qué le sugiere el lema del congreso de la SEGG 2022 “Envejecer, un desafío”?
Realmente es un lema muy acertado porque si una cosa en la vida es un desafío, ése es hacernos viejos en una sociedad tan centrada en lo joven. La palabra vieja quiere decir que estás en un momento del ciclo vital que no eres de mediana edad, joven o adolescente. Has tenido la suerte de llegar a la vejez, eso significa viejo. Si a eso, luego, la sociedad le da connotaciones negativas es problema de la sociedad. Ser viejo es una suerte, es lo que queremos todos.
Su ponencia en concreto se llama “Distintas formas de envejecer”, ¿hay muchas?
La ponencia trata un poco del reconocimiento de la diferencia en la vejez. Una de las dificultades es el hecho de que la gente considera que todos los Mayores son iguales y, por tanto, no se esfuerzan en nada que suponga tratar a cada uno con sus intereses y características, sino que hay un modelo que está asentado en la pereza mental de todas las personas que tratan a los Mayores, desde el campo médico o asistencial, al vital. En todos los campos hay una falta de esfuerzo por reconocer la diferencia, por valorar esa diferencia común como una riqueza no como una desgracia. La diferencia es una riqueza; lo que nos hace diferentes supone múltiples colores, diversos y la vida es mucho mas divertida que con clones. Lo que suele ocurrir es que hay un tratamiento hacia la gente como si todo el mundo fuera igual; entonces no tengo que esforzarme en pensar en nada, café para todos. Y ésta es la clave de la reflexión que tenemos que hacer respecto a cómo envejecer; qué vieja quiero o puedo ser y, a partir de ahí, ir construyendo un mundo para ser viejas sin tener escondernos. Por ejemplo, sin tener que esconder la edad como un pecado y también sin esconder la diferencia. Unas viejas son lesbianas, otras son vegetarianas… un mundo plural en el que cabemos personas muy diferentes, muy diversas, que tenemos un pasado y que este pasado supone una riqueza para las conversaciones, para la proyección de futuro porque también tenemos futuro. Parece que solo cuente el tiempo que te queda para morirte. No tenemos pasado y podemos construir el futuro, corto o largo.
Usted siempre reivindica ser tranquilamente vieja…
Tranquilamente y orgullosamente. Lo digo porque parece que cuando se inventó el envejecimiento activo entramos en un sistema de tortura que consiste en tener a los viejos triscando por la geografía y solo se puede ver vieja montada en una moto. Se puede ser ociosa porque las viejas hemos vivido toda la vida hiperactivas, haciendo montañas de cosas porque las mujeres hemos estado trabajando para todo el mundo, toda la vida, y nos merecemos, si nos da la gana, ser la vieja que tú quieres ser, no la que decidan los demás. Se trata de ser mayor con más o menos actividad, con mayor o menor vida sexual; se trata de que podamos ser viejas libres y la empanada del amor con la que nos quieren domesticar que se la guarden para ellos. Que nos dejen ser libres, tranquilas.
Su ensayo Yo vieja ¿busca ser provocadora sobre la situación actual?
Puede que provocadora, pero puede ser un camino cuando el envejecimiento y el reto demográfico se han convertido en una realidad tan comprometida. Con un título así pretendo poner nervioso al personal, hacer una llamada de alerta a la conducta social frente a la vejez como concepto.
¿En su planteamiento tiene en cuenta el reto demográfico?
Estamos ante un enorme reto demográfico, un reto tremendo que pone a la sociedad patas arriba porque vamos a ser millones y millones de viejos y en bastantes buenas condiciones, viejos que piensan, que tienen cuestiones que plantear, que opinan, que necesitan, que buscan soluciones. Hay una gente en la vejez que sí está en esa etapa, pero que interpela a la sociedad y no se quedan parados; tienen muchas preguntas para la sociedad, muchos planteamientos sobe cómo puedo resolver esto, vivir en este mundo de esta manera.
¿Cómo cree que a los mayores les gusta vivir esta etapa?
Yo creo que la gente pretende vivir, hay un disfrute por la vida. Salen a andar, van a las actividades culturales, a la universidad de mayores. Los que no han podido jubilarse están deseando hacerlo y, si hay un deseo de jubilaciones, es poque la vida ofrece suficientes intereses.
¿Qué conclusiones le gustaría ver en este congreso?
Lo más importante sería que se convenciera la gente de la diferencia en la vejez, de la pluralidad de personas, de la diversidad de necesidades. Cualquier gerontólogo tiene que tomarse sumamente en serio al hecho de que las personas solo tienen en común la edad, son diferentes y, en esa diferencia, radica la gran riqueza. En este sentido es muy importante que haya un planteamiento social respecto a ese ser viejo como una individualidad. Muchas veces siento que las personas más desinteresadas por esa mirada de cuidados sobre la vejez son esas personas que trabajan en la gerontología. Eso sería un enorme triunfo, que se hiciera un congreso en el que se alertara de la necesidad de que los gerontólogos se pararan a mirar la diversidad en la vejez.
Si la gente de la calle es poco sensible a la diferencia, no me preocupa demasiado. Me preocupa que la gente que trata con viejos y viejas sea el colectivo que no atiende suficientemente a la diferencia y, por lo tanto, trata a la gente como si todos fueran iguales. Es muy grave porque cuando llevas a una vieja a una residencia, al cabo de un poco de tiempo, está hecha una mierda. Ocurre porque no tiene interés para nadie su vida, y piensas que no la tendrá para mí si no la tiene para nadie. Ese desmorone en las residencias tiene que ver mucho que ver con la falta del reconocimiento de la identidad, es lo que te hace polvo.
¿Los mayores son tan conscientes como usted de que esta etapa debe ser plena?
Están a ver pasar los días porque no les hemos ofrecido otra posibilidad de estar en el mundo. Dependerá de lo que la vida te ofrezca en el día a día.
Otro lema suyo es “Sin pedir perdón por ser vieja”.
Vamos por la vida excusándonos, sin tratar de molestar a uno o a otro, pero ¿y todo lo que nos molestan a nosotros y no decimos nada? Hay que poner perspectiva. A la mayoría de pobres viejos y viejas no se les ofrece posibilidad de vivir con dignidad y alegría porque piensan que la vida cotidiana no les pertenece.