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Reportajes de Salud

¿Qué puede hacer el agua por ti?

¿Qué puede hacer el agua por ti?

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El agua es una sustancia esencial para todos los seres vivos de cualquier edad, especialmente en los mayores; hasta tal punto que es imposible sobrevivir sin ella más allá de una semana, mientras que sin alimentos, se podría subsistir hasta un mes o mes y medio.

El agua representa aproximadamente las dos terceras partes del peso corporal y es conocido que a medida que envejecemos, disminuye la proporción de agua del organismo, llegando a representar el 60 por ciento en hombres y el 50 por ciento en mujeres del peso corporal en personas añosas; frente al 80 por ciento del peso corporal que representa en los niños.

El agua que necesitamos

Nuestro organismo tiene unas necesidades de agua que varían en cada persona en función del grado de actividad, el ejercicio físico que realice, las condiciones ambientales en las que se desenvuelva, su dieta, los hábitos tóxicos que lleve a cabo y de los problemas de salud que padezca. Las necesidades de agua del organismo se pueden modificar por estos factores del siguiente modo:

  • Edad: según avanza la edad, necesitamos consumir más líquidos, agua fundamentalmente, pues los mayores tienen disminuida la percepción de sed y se sacian antes.

  • Temperatura ambiental y corporal: a media que ésta aumenta, se incrementan las necesidades de agua debido a fenómenos como la sudoración, evaporación, etcétera.

  • Estrés, actividad y ejercicio físico: requieren aportes adicionales de líquidos por el mayor consumo de éstos, debido a la sudoración.

  • Función renal: el deterioro de la función renal requiere una ingesta líquida adecuada para poder lograr una correcta eliminación de los productos orgánicos de deshecho.

  • Función digestiva: según envejece nuestro organismo, se enlentece la función y los movimientos propulsivos del aparato digestivo, aumentando las necesidades de agua para evitar el estreñimiento.

  • Quemaduras: las personas que padecen quemaduras precisan una ingesta de líquidos mayor para reponer las pérdidas que se producen a través de las mismas.

  • Medicamentos: algunos medicamentos que toman las personas mayores modifican y aumentan las necesidades de agua como los diuréticos, la fenitoína, la teofilina, los broncodilatadores o los laxantes. Pese a la necesidad variable e individual de líquidos que precisa cada persona, podemos afirmar que existen unos requerimientos medios de líquidos que, en condiciones normales, pueden cifrarse en torno a los 30 mililitros por kilogramo de peso y día, o bien otro método aproximativo de cálculo podría ser, el de un mililitro por cada kilocaloría ingerida en la dieta. Esto implica que una persona mayor, con un peso entre 55-70 kilogramos, requerirá en condiciones normales, unos dos litros de líquidos al día (8-10 vasos de agua).

La sed se reduce en el mayor

Las personas mayores, habitualmente, reducen la ingesta líquida diaria como consecuencia de diversos factores, lo que hace que sean especialmente vulnerables frente a la deshidratación, un problema muy importante, que es responsable de muchas hospitalizaciones y que en algunos casos contribuye a la muerte.
La ingesta líquida en los mayores se ve comprometida por múltiples factores que confluyen en los mismos como:

  • Alteraciones del mecanismo de la sed: las personas mayores presentan menor sensación de sed y además más tardía que los adultos.

  • Alteraciones gustativas: a medida que aumentan los años se pierde el placer y apetencia por los líquidos. Esto ocurre por atrofia de las papilas gustativas o bien por la presencia de enfermedades añadidas (Parkinson, Alzheimer…) o por la toma de medicamentos (Digoxina, Anticolinérgicos).

  • Alteraciones en los mecanismos de la saciedad: una vez que sienten sensación de sed, los mayores se sacian antes y con menores cantidades de líquido que los adultos.

  • Alteraciones gastrointestinales: existen situaciones en las que se limita la ingesta líquida por afectación mecánica del aparato digestivo (esófago), por la afectación de los mecanismos neurológicos encargados de la deglución, o por los efectos adversos sobre estas estructuras, secundarios a la toma de ciertos medicamentos como los anticolinérgicos, antipsicóticos, antidepresivos, sedantes, antiespasmódicos, antihistamínicos, diuréticos, esteroides, citostáticos.

  • Problemas de salud mental: en los con demencia e disminuye la percepción de sed, aparecen trastorno de la conducta alimentaria con rechazo a la ingesta de líquidos, trastornos de la deglución, etcétera. También, existen otros procesos en la esfera mental como los cuadros confusionales, la depresión, la ansiedad… que influyen en la ingesta líquida.

  • Restricciones de la ingesta líquida: existen diversas circunstancias que pueden influir para que los mayores disminuyan la ingesta de líquidos como son: eludir la incomodidad de levantarse por las noches al baño, evitar los episodios de incontinencia urinaria nocturna, la incontinencia urinaria de esfuerzo y la urgencia miccional…

  • Restricciones en la movilidad: determinados procesos que afectan a algunas personas mayores comprometen la ingesta líquida como son los déficit de visión, la discapacidad específica para la alimentación, la inmovilidad, la utilización de dispositivos de sujeción mecánica y la existencia de barreras u obstáculos arquitectónicos.

  • Presencia de factores externos e internos: el aumento de la temperatura ambiente, la actividad y el ejercicio físico, las infecciones, el aumento de la diuresis (diuréticos, fenitoína, litio, diabetes mellitus, alcohol) y el aumento de las pérdidas (vómitos, diarreas, laxantes, enemas, quemaduras).
    Los mayores precisan de un aporte extraordinario de agua en relación a los adultos para poder mantener la función de filtrado renal, la excreción de deshechos, la hidratación y el equilibrio hidroelectrolítico apropiado, un movimiento intestinal adecuado que evite el estreñimiento, así como para mantener la temperatura corporal.
    Los desequilibrios del balance hídrico, junto a la menor proporción de agua en el organismo de los mayores, provocan que el margen de pérdida de agua sea francamente estrecho. Conviene destacar que, a menudo, las manifestaciones clínicas por pérdidas de líquidos en fases iniciales, son bastante inespecíficas y poco fiables para su detección, especialmente en los mayores con problemas mentales.

Recomendaciones para hidratar al mayor

El mecanismo de la sed se despierta cuando se ha perdido el 1-1,5 por ciento del líquido corporal, que es cuando comienza el proceso de deshidratación. Por ello, se deben establecer unas recomendaciones para las personas mayores, que amortiguarían las necesidades adicionales de líquidos, evitando cuadros de deshidratación y descompensaciones orgánicas, ante determinadas situaciones extraordinarias:

  • Si aumenta la temperatura: añadir 300 mililitros de agua extraordinarios, por cada grado de temperatura por encima de los 37 ºC.

  • Si hay problemas digestivos (vómitos o diarreas): incrementar la ingestión diaria de líquidos en 600 mililitros.

  • Si tiene problemas de salud que se acompañen de respiración acelerada: aumentar la ingestión diaria de líquidos en 600 mililitros.

  • Ante situaciones en las que se produzca un aumento de las necesidades de líquidos como fiebre, calor, sudoración, actividad y ejercicio físico…: incrementar el consumo de agua llegando hasta los 45 mililitros por kilogramo de peso y día, o bien ingerir 1,5 mililitros de agua por cada kilocaloría aportada en la dieta, pudiendo llegar a una ingesta en torno a 3-4 litros de líquidos al día.
    Sin embargo, pese a todo lo expuesto, habitualmente, cuando se aborda la alimentación y nutrición, el protagonismo que se le concede al agua es escaso. En las personas mayores, el agua ha de contemplarse como un nutriente esencial y de primer orden, sin valor calórico o energético pues carece de macronutrientes (hidratos de carbono, grasas o proteínas), pero con un aporte de micronutrientes escaso, aunque no despreciable, en forma de minerales: calcio, fósforo, magnesio, flúor y electrolitos (sodio, potasio y cloro).
    Esto ha de servirnos de reflexión y animar o sensibilizar a las personas mayores, así como a los cuidadores que les atienden, para minimizar la incidencia de los problemas relacionados con una ingesta deficiente de agua y estimularles para conseguir mantener una ingesta líquida generosa y suficiente, que evite la deshidratación para la que tanta labilidad presentan los mayores.

Tienen más riesgo de deshidratarse…

  • Los mayores de 85 años.

  • Las mujeres.

  • Quienes consumen de más de cuatro medicamentos

  • Quienes toman diuréticos, laxantes o fenitoína

  • Los mayores que presenten inmovilidad, discapacidad o encajamiento

  • Los que presenten infecciones o quemaduras.

  • Aquellos mayores que practiquen ejercicio físico intenso

  • Los mayores expuestos a calor ambiental

¿Cuándo y cómo beber?

  • La ingesta se efectuará gradualmente a lo largo de todo el día, forzando más en la mañana y tarde, para evitar los despertares y la incontinencia nocturna. Si despierta por la noche, especialmente en verano, tomar líquidos.

  • En cada comida (desayuno, comida, merienda y cena) se debe tomar un vaso de agua para favorecer la ingestión de sólidos. Evitar beber inmediatamente antes, así como sobrepasar 1,5 vasos durante las comidas, pues provoca llenado gástrico y saciedad.

  • Durante los períodos existentes entre las comidas, tomar al menos de 4-6 vasos de agua fraccionados, como si se tratase de un medicamento prescrito.

  • Sólo se restringirá la ingesta líquida a aquellas personas que le sea imprescindible para su subsistencia, por las posibles descompensaciones que puedan sufrir algunos problemas de salud como insuficiencia cardíaca severa, edemas severos, insuficiencia renal muy avanzada…

  • La ingesta de líquidos al levantarse por la mañana en ayunas (aproximadamente 300-400 ml), de forma gradual durante 10-15 minutos, produce un efecto sobre la movilidad intestinal (peristaltismo) que evita el estreñimiento. Además, la absorción del agua produce un efecto diurético de arrastre, que se observa a los 20-30 minutos de haberla tomado.

Sumarios:

  • Beber agua no debe reservarse exclusivamente a las etapas estivales, que se acompañan de olas de calor, el agua ha de tener protagonismo más allá de estos períodos, dándole la misma importancia que a cualquier otro nutriente.

  • El agua es un nutriente más, esencial para el organismo: transporta nutrientes, facilita la disolución, digestión y eliminación de los mismos.

  • Además del agua, podemos consumir ciertos alimentos con gran contenido en agua como la leche entera o preferentemente desnatada o semidesnatada, el yogur, las verduras, la fresa, la sandía, el melón o los zumos

  • El agua se debe tomar a una temperatura agradable. Se considera óptima entre 12-14 ºC. Hay que evitar temperaturas más frías porque provocan irritaciones faríngeas.
Dr. Primitivo Ramos - Geriatra. Secretario General de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología.
Dr. Primitivo Ramos
Geriatra. Secretario General de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología.
 
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