Abuelos, hijos y nietos: Un ejercicio de adaptación a lo largo de la vida
La alegría y la preocupación por el nacimiento de nuestros hijos, con el tiempo, se va transformando en una preocupación distinta. Poco a poco van creciendo y creando su propia vida y los padres dejan de ser el centro y la referencia. Todo ello obliga a que las relaciones con nuestros hijos cambien, y se vayan ajustando a los distintos momentos que toca vivir. A medida que ellos crecen, los cuidados y protección de cuando eran pequeños se han de ir transformando en oportunidades para ayudarles a encontrar su propio camino.
Respeto por nuestros hijos
Las relaciones con los hijos cuando éstos ya se convierten en adultos han de estar guiadas por la confianza, el apoyo y el respeto. Nuestros hijos se han convertido en personas adultas, en buena medida gracias a nuestra ayuda, y tienen su propio criterio y forma de actuar; aunque, en ocasiones, no coincida con el nuestro.En este momento de la vida, como también en otros, lo mejor es estar cerca de ellos, conocer sus inquietudes, sus proyectos y también sus preocupaciones. Estar cerca del mundo en el que se mueven nuestros hijos contribuye, por otro lado, a acercarnos a los cambios sociales, a las novedades en los modos de trabajo, de ocio, a las nuevas perspectivas, diferentes de las que nos han correspondido a nosotros. Las formas de relacionarse, las prioridades, los valores cambian a una velocidad de vértigo en nuestra sociedad y afectan a nuestras relaciones familiares. Divorcios, nuevas parejas, hijos de hijos que no son nuestros nietos.
Seguramente, las relaciones que mejor sobreviven a lo largo del tiempo son las que mejor se adaptan a ellos.
La alegría de la casa
Se dice que los nietos siempre son la alegría de un hogar, pero a muchas personas, los nietos les pillan desprevenidos. Estaban en la idea de que todavía eran jóvenes, en la plenitud de la vida y ahora… ¡abuelos! Les cuesta aceptar que alguien se refiera a ellos como abuelos.Otros, sin embargo, esperan con anhelo recibir el trato de “abuelo” o “abuela”. Para todos es una oportunidad de comenzar una nueva relación con niños, distinta a la mantenida con los hijos.
Compartir historias, juegos y aventuras son oportunidades de aprendizaje y de disfrute que sólo pueden dar los nietos.
El tiempo que pasan juntos abuelos y nietos contribuye a que los niños valoren las aportaciones de los abuelos y éstos “conecten” con los nuevos entornos en los que sus nietos están creciendo. Naturalmente, tendrá que haber diferencias, no se puede estar de acuerdo en todo. Es hora respetar.
Mi nieto el adolescente
El tiempo pasa y un buen día los niños que jugaban en el parque se han convertido en adolescentes que buscan su camino en la vida. En la mayoría de los casos, las relaciones con los abuelos se mantienen, especialmente cuando éstos se acomodan a las nuevas necesidades de los nietos: respetar la independencia, dar confianza y ayuda o consejo, suelen ser buenas claves para que las relaciones con adolescentes. Las relaciones con los hijos y los nietos forman parte de nuestra trayectoria. Nos acompañan a lo largo de la vida. Si las repasamos encontraremos momentos felices y otros difíciles que en ocasiones se han superado y en otras, sin embargo, no se han resuelto. Todo ello, lo bueno y lo no tanto, nos ha ayudado, sin embargo, a reconocer muchas de nuestras capacidades y posibilidades y también características personales sobre las que hemos de actuar.Eso es la familia. Un entorno en el que todo cambia para continuar permaneciendo, un lugar en el que no se deja de aprender de los demás y también de uno mismo.
Abuelos canguro
Muchos abuelos y abuelas ayudan a sus hijos con el cuidado de sus nietos. Esta es una tarea que conlleva tiempo y dedicación.No hay que ejercer más responsabilidades que las que se esté dispuesto a asumir. Es importante reservarse un tiempo propio y, si surgen dificultades o malentendidos lo mejor es aclararlos y no esperar a que “las cosas se resuelvan por sí mismas”.
Psicóloga. INGEMA.