Combatir la soledad. Enemiga silenciosa
Dan las ocho de la tarde y María acaba de llegar a casa, viene del centro de mayores de su barrio donde ha acudido a realizar un taller de prevención de la memoria. Desde que su marido falleció ha comenzado a tener pequeños olvidos y su médico le ha recomendado que acuda a este tipo de actividades con la finalidad de prevenir esos fallos de memoria y de evitar la soledad que padece desde hace tiempo y que se ha visto potenciada desde el fallecimiento de su marido.
María se dispone a hacer la cena, afirma que la da pereza cocinar para ella sola, recuerda con nostalgia cuando en la cena eran seis; parece que fue ayer, la casa llena, su marido que volvía del trabajo, sus cuatro hijos revoloteando por la casa… Los gritos y ruidos cotidianos de antes ahora chocan con el desgarrador silencio que se percibe y que solamente es capaz de romper una voz al fondo del pasillo que sale de una televisión que, a partir de las ocho de la noche, se convierte en la única compañera de María.
La historia de María refleja la historia de las miles de personas que día a día se enfrentan a situaciones parecidas a ésta, convirtiendo la soledad en uno de los principales problemas de los mayores.
Causas solitarias
¿Qué es lo que ha llevado a que la soledad sea uno de los principales problemas a día de hoy entre las personas mayores? Algunos de los principales motivos podrían ser los siguientes:- El aislamiento familiar: “Sé que mis hijos tienen su trabajo, su propia familia… lo entiendo, pero a veces me pregunto si ha valido la pena el sacrificio de tener hijos, de cuidarlos, para ahora en la vejez estar igual de solo que aquellos que no los han tenido” (Carlos, 82 años). Factores como la lejanía de los domicilios, los horarios que imposibilitan compaginar vida laboral y personal o el desapego afectivo hacen que un núcleo de apoyo claro como es la familia pueda pasar a ser la losa más importante dentro de la soledad de nuestros mayores.
- El aislamiento social y los duelos: “En los últimos tres años he perdido a mi hermano, a mi marido y una de mis mejores amigas comenzó a perder la cabeza y ha sido ingresada en una residencia” (Rufina, 83 años). Las pérdidas que conlleva la edad con respecto a los seres queridos, hace que las personas mayores estén en un proceso de duelo prácticamente continuado, con la muerte presente en cada instante, los duelos conllevan la pérdida de personas con las cuales se relacionaban y por lo tanto al aislamiento social.
- La salud física: “Hasta hace dos años, salía todos los días a la calle. Una vez, al levantarme por la noche para ir al servicio, me caí, arrastrándome pude llegar al teléfono y llamar a mis hijos. Desde entonces llevo prótesis de cadera, vivo en un tercero sin ascensor y me da miedo bajar a la calle sola, por lo que paso el día en casa hasta que uno de mis hijos, que viene una vez a la semana, me saca a pasear” (Carmen, 79 años). La salud física es un aspecto vital para las relaciones sociales, los años conllevan una serie de cambios físicos que, cuando van acompañados de la limitación física, conllevan el aislamiento social del mayor.
- Los recuerdos: “Con mi marido nunca tuve una buena relación, sin embargo, los últimos años nos hacíamos compañía juntos; discutíamos por lo que ver en la tele o por si la comida estaba sosa o salada, ahora no tengo a nadie ni con quien discutir” (Lola, 84 años). No se puede renegar de nuestra historia de vida, de nuestra biografía, pero mirar atrás a veces hace daño, las fechas del calendario, los recuerdos del cónyuge fallecido, las fotos en las mesas camilla de los comedores con los seres queridos, muchos de ellos ya desaparecidos.
Consejos para darla esquinazo
- Ten iniciativa: no dejes que otros se adueñen de tu destino.
- Mantente activo: aunque a veces la apatía pueda vencer, conviene esforzarse en la actividad, salir de casa, caminar, cantar, pintar… la actividad es el antídoto para la depresión.
- Toma decisiones: puede que tu salud no sea la más boyante, pero las decisiones de tu vida, tanto personales como económicas, son tuyas y debes seguir manteniéndolas el mayor tiempo posible.
- Participa en actividades sociales: sal de casa y participa en la vida del barrio, del centro de mayores…
- Pide apoyo y amparo a la familia: son fuente de apoyo en la vida y por ello puedes recurrir a ellos cuando lo consideres necesario. Arriésgate a pedir y podrás tener opción recibir.
- Acepta la soledad: acepta esos momentos y en la medida de lo posible disfruta de la soledad como un espacio de libertad individual.
- Aprende a convivir con los recuerdos: cuando los recuerdos te persigan, intenta dominarlos. Crea un álbum de fotos biográfico que recorra tu vida recogiendo en él las fotos y los instantes mejores de tu trayecto vital.
- Desarrolla nuevas amistades: muchas amistades se van perdiendo por el camino, pero existe la oportunidad de desarrollar nuevas, no te cierres a conocer a nuevas personas que merezcan la pena.
- Aléjate de los tópicos: deja atrás los “Yo ya no estoy para eso...”, “Yo ya no puedo…”.
- Cumple tus deseos pendientes: plantéate qué metas te quedan por cumplir, aunque sean pequeñas, como conocer una ciudad que no hayas visitado, apuntarte a la universidad de mayores… y ve hacia ello con la intención de cumplir el objetivo.
Psicólogo Fundación Maria Wolff.