¡Maldito reflujo! Cuando comer no es un placer
El contenido del estómago es ácido y las paredes del esófago no están preparadas para recibir este tipo de sustancias que les pueden resultar corrosivas y pueden producir una serie de problemas, desde leves (como la sensación de ardor detrás del esternón), hasta graves (como las lesiones por quemaduras causadas por el ácido o la estenosis o estrechamiento en el esófago que aparece cuando nuestro organismo intenta reparar esas quemaduras). En los casos más severos hablamos de enfermedad por reflujo gastroesofágico y, además de la afectación del esófago, pueden aparecer lesiones en el aparato respiratorio (laringe, bronquios…). A veces, el esófago modifica su revestimiento por la agresión continua del ácido que recibe y puede aparecer una situación que aumenta el riesgo de desarrollar cáncer.
¿Por qué aparece?
Si el esfínter o válvula que separa esófago de estómago (para evitar que pase de vuelta el contenido de estómago al esófago), se hace incompetente y no funciona adecuadamente, aparece el reflujo.Hay una serie de circunstancias que hacen que esta válvula no cierre de forma efectiva, como son: el consumo de alcohol y café, la obesidad, los embarazos, el tabaquismo, padecer hernia del hiato (una afección en la cual parte del estómago pasa al tórax atravesando el diafragma, el músculo que separa el tórax de la cavidad abdominal), la sobredistensión del estómago (tras grandes comilonas) y algunos medicamentos (espasmolíticos, broncodilatadores), entre otras.
Pistas que lo delatan
Podemos sospechar la existencia de reflujo cuando aparecen, de forma habitual, algunos síntomas: sentir que el alimento se queda atascado por detrás del esternón, acidez o ardores, náuseas después de comer, dolor o quemazón en el pecho que aumenta al agacharse, inclinar el cuerpo hacia delante, acostarse o comer. Las molestias suelen ser mayores por la noche y se alivian con antiácidos. A veces, estos dolores pueden confundirse con enfermedades del corazón como infarto o angina de pecho.Junto a estos síntomas más frecuentes podemos encontrar otros menos comunes o que no nos harían sospechar reflujo como la tos crónica, las sibilancias o “pitidos” al respirar, el hipo mantenido, la ronquera o los cambios en la voz, el dolor de garganta e, incluso, la dificultad para tragar.
¡Combátelo! Medidas eficaces y sencillas
-
Come pocas cantidades de alimento y con más frecuencia a lo largo del día (lo ideal son cinco comidas ligeras al día), así el estómago no llegará a estar muy lleno y podrá trabajar a un ritmo continuo y sin forzar.
-
No consumas alcohol, no fumes, evita las bebidas carbónicas y las bebidas y alimentos que tengan cafeína, como los refrescos, el café, el té y el chocolate. El café descafeinado también aumenta el nivel de ácido en el estómago al igual que ocurre con algunas frutas y verduras (como las cítricas, la piña, los tomates o los platos a base tomate, como la pizza) y los picantes. Si la persona tiene sobrepeso es interesante bajar de peso.
-
Realiza actividad física, pero evítala inmediatamente después de comer. También evita acostarte inmediatamente después de comer; es recomendable permanecer erguido (sentado o de pie), durante 2-3 horas antes de irnos a la cama.
-
Evita el estrés: siempre se ha dicho que los problemas de carácter y el nerviosismo influyen en los procesos digestivos. El estrés puede agravar un problema de reflujo.
-
Ten cuidado con ciertos medicamentos como los antiinflamatorios o los espasmolíticos (se utilizan para tratar cólicos, espasmos, dilatar los bronquios o relajar la vejiga urinaria), deben ser manejados muy cautelosamente y, como en todos los casos, siempre bajo indicación médica.
-
Eleva el cabecero de la cama 12-15 centímetros usando bloques de madera o una cama articulada, pero no doblando la almohada.
-
Evita usar ropa que ejerza presión en la cintura o el estómago.
-
Al agacharte, hazlo flexionando las rodillas y no la cintura, te ayudará a combatir el reflujo o a paliar sus consecuencias y evitar complicaciones.
- Recuerda que cualquier medida de tratamiento (desde antiácidos, antisecretores gástricos e incluso, como último recurso, la cirugía), debe ser cuidadosamente valorada e individualizada por tu médico.
Presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología.