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Reportajes de Salud

Malos humos ¿por qué no dejarlo?

Malos humos ¿por qué no dejarlo?
La relevancia del tabaquismo no deja lugar a dudas. En nuestro país es la primera causa aislada de enfermedad evitable, discapacidad y años de vida perdidos de forma prematura.
El tabaquismo es responsable del 95 por ciento de los cánceres de pulmón y del 50 por ciento de las enfermedades cardiovasculares. No es de extrañar, por tanto, que se le considere como uno de los principales factores de riesgo cardiovascular. Además, los no fumadores expuestos al humo del tabaco tienen un 20 por ciento más de riesgo de carcinoma broncogénico y un 25 por ciento más de riesgo de sufrir un infarto de miocardio. .
Aunque gran parte de la población relaciona el consumo de tabaco con la aparición de enfermedades respiratorias (EPOC, cáncer de pulmón…) el tabaquismo, también causa daño vascular y estrés oxidativo y conduce a diversas patologías produciendo efectos deletéreos en todo el organismo. Por lo tanto, el abandono del hábito tabáquico es básico en la prevención, tanto primaria como secundaria, de las patologías con las que se le relaciona: cardiopatía isquémica, accidentes cerebrovasculares, vasculopatía periférica, insuficiencia renal, hemorragia digestiva… siendo altamente recomendable su cese, más si cabe, en presencia de otros factores de riesgo cardiovascular (hipertensión, diabetes, dislipemia…). Además, se considera actualmente un factor de riesgo para la enfermedad de Alzheimer, demencias vasculares y otros tipos de demencia.

Beneficios de dejar de fumar

  • Mejora global del estado de salud.
  • Aumenta de la esperanza de vida, y la calidad de la misma.
  • Disminuye el riesgo de sufrir enfermedades relacionadas con el tabaco (infarto de miocardio, ictus, embolias, diversos tipos de cáncer…).
  • Disminuyen los signos y síntomas de la enfermedad respiratoria (tos matinal, cansancio al subir escaleras, sensación de ahogo al hacer cualquier esfuerzo físico…).
  • Disminuye el riesgo de tener un bebé con bajo peso al nacer, si lo dejan dentro de los tres primeros meses de embarazo.
  • Mejora notablemente el aspecto de la piel. El consumo de tabaco acelera el proceso del envejecimiento; produce sequedad cutánea y acelera la aparición de arrugas faciales.
  • Se recupera el buen aliento, el sentido del gusto y del olfato, así como una dentadura blanca y limpia.
  • Desaparece el olor desagradable en la ropa.
  • El hogar se encuentra más fresco y limpio.
  • Se ahorra bastante dinero.
  • Aumenta la autoestima y sirve de ejemplo para otras personas.

Consejos para dejarlo

  • Busca apoyos personales (en la familia, amigos, en el trabajo…).
  • Mejora tu entorno: retirar los objetos relacionados con el tabaco como los ceniceros.
  • Hazte una limpieza bucal.
  • Pinta las paredes de casa, limpia las tapicerías del coche o de los sofás para eliminar el olor a tabaco.
  • Cuando se tengas ganas de fumar, entretente con otra cosa. Cambia las rutinas si es necesario.
  • Evita el consumo de alcohol y rodearte de personas que fuman, dentro de lo posible.
  • Planifica tareas de disfrute que te ayuden a reducir la tensión emocional.
  • Aprende y usar técnicas de relajación.
  • Controla la dieta y realiza ejercicio físico. Evita picotear a todas horas.
  • Si es preciso, busca apoyo profesional.
  • Y lo más importante: no vuelvas a encender un cigarrillo, el hecho de encender un cigarrillo durante este proceso aumenta las posibilidades de recaída en un 85 por ciento.

Principales líneas de tratamiento farmacológico

Se puede decir que en el momento actual existen dos líneas de tratamiento farmacológico para dejar de fumar: La terapia sustitutiva con nicotina (TSN) y los tratamiento no nicotínicos.
En la TSN encontramos varios formatos: chicles, parches y comprimidos de nicotina.
El tratamiento con TSN se basa en reemplazar la nicotina obtenida al fumar consiguiendo los efectos neurofarmacológicos de esta, pero sin que llegue a provocar dependencia, con lo que se evitan o se reducen los síntomas del síndrome de abstinencia, así como el deseo de fumar, pero sin obtener el placer que provocan los cigarrillos.
No debemos olvidar en ningún momento que todos estos tratamientos son farmacológicos y que al tratarse de medicamentos deben ser usados siguiendo los consejos de un médico el cual, al conocer al paciente, sus antecedentes personales y médicos, puede decidir y aconsejar, en cada caso, cual es el tratamiento más adecuado y en qué dosis y pauta, teniendo asimismo en cuenta cual es el grado de dependencia del paciente.

 
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