La fragilidad es un estado de prediscapacidad que afecta al 10% de los mayores de 65 años
- La fragilidad física se caracteriza por la disminución de la fuerza, la resistencia y la función fisiológica, que aumenta la vulnerabilidad individual para desarrollar dependencia o fallecer.
- Para prevenir e incluso revertir el estado de fragilidad es importante la práctica de ejercicio físico, una nutrición ajustada a las necesidades específicas de los mayores, la valoración geriátrica y la intervención sobre los principales síndromes geriátricos.
En el marco del 57 Congreso de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) y el XIV Congreso de la Asociación Vasca de Geriatría y Gerontología-Zahartzaroa, se ha presentado esta tarde en San Sebastián una ponencia moderada por Dr. Vincenzo Malafarina, geriatra de la Clínica los Manzanos de Logroño, sobre la fragilidad del anciano.
La fragilidad es una condición de vulnerabilidad que hace que en un sujeto aumente el riesgo de eventos adversos (como la discapacidad, la pérdida de movilidad, la mala calidad de vida, la institucionalización o la mortalidad) cuando se encuentra expuesto a situaciones de estrés.
La fragilidad, un síndrome geriátrico prevenible y reversible.
La fragilidad es un problema de salud relevante que afecta aproximadamente al 10 por ciento de los mayores de 65 años. Hay bastante consenso a la hora de considerar la fragilidad como un síndrome geriátrico, diferente de la discapacidad, reversible, o por lo menos sus efectos pueden ser atenuados con una intervención. Por lo tanto resulta fundamental una detección precoz. Las principales intervenciones que han demostrado su eficacia para prevenir e incluso revertir el estado de fragilidad son el ejercicio físico, una nutrición ajustada a las necesidades específicas de los mayores, la valoración geriátrica y la intervención sobre los principales síndromes geriátricos con un ajuste de la medicación a las características de esta población.
Fragilidad y deterioro cognitivo, ¿qué relación hay?
Mientras el deterioro físico sigue siendo el principal componente de la fragilidad, nuevos estudios sugieren que otras dimensiones como la cognitiva, psicológica y sociales pueden contribuir en el desarrollo de esta condición.
Definimos el deterioro cognitivo como un descenso de las funciones intelectuales tales como el pensamiento, recuerdo, razonamiento y planificación. Su intensidad varía desde grado leve, olvidos ocasionales, hasta grados más severos y debilitantes como la demencia. La presencia de deterioro cognitivo se asocia de forma significativa a un aumento de incidencia de fragilidad a los 10 años.
“Aunque existe una amplia evidencia sobre la concurrencia de estas dos condiciones, deterioro cognitivo y la fragilidad, poco se conoce sobre los mecanismos subyacentes que justificarían dicha interrelación. Conocer los diferentes procesos causales podría conducir al desarrollo de nuevas estrategias preventivas y tratamiento de ambas condiciones, sin que exista, todavía, una evidencia experimental” explica el Dr. Malafarina.
Por todo ello, concluye el Dr. Malafarina, “la fragilidad podría ser considerada como un estado de prediscapacidad y, por lo tanto, si consiguiésemos diagnosticarla precozmente y tratarla de forma eficaz conseguiríamos menores costes en sanidad y mejor calidad de vida de las personas ancianas”. En este aspecto, el Dr. Vincenzo Malafarina aboga porque todos los mayores de 70 años sean valorados para descartar la fragilidad.