II CONGRESO VIRTUAL: DECENIO DEL ENVEJECIMIENTO SALUDABLE (2020-2030). Nueva visión y retos pendientes
Rocío Fernández-Ballesteros. Profesora Emérita UAM
Iniciándose la pandemia del COVID19, la OMS (2019) publica la declaración que convoca al Decenio del Envejecimiento Saludable (2020-2030) en el documento: https://www.who.int/docs/default-source/decade-of-healthy-ageing/final-decade-proposal/decade-proposal-final-apr2020-es.pdf?sfvrsn=73137ef_2). En este documento se expone un Plan para el Decenio del Envejecimiento Saludable 2020-2030, que consistirá en diez años de colaboración concertada, catalizadora y sostenida en el que las personas mayores sean protagonistas y espina vertebradora de la acción concertada y sostenida con todos los implicados -gobierno, familias, sociedad civil de todas las edades, organismos internacionales, profesionales, instituciones académicas, medios de comunicación, etc.- con el esencial objetivo de mejorar la vida de las personas de más edad, exhortando a la construcción de un mundo igualitario para todos.
Así, esta nueva etapa pretende ser la continuación del Plan Internacional de Acción sobre el Envejecimiento-Madrid (UN, 2002) de las Naciones Unidas que, a su vez, también pretende ajustarse al calendario de la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (2015).
Así las cosas, conviene hacer un breve relato histórico del concepto de salud desde un concepto coloquial en español como: “estado en que el ser orgánico ejerce normalmente todas sus funciones” (RAE), y en Inglés “Health”: “the condition of a person's body or mind to be good/bad or the state of being physically and mentally healthy” (Oxford,) hasta los acuñados por la OMS en los últimos cincuenta años:
- En la declaración de la Conferencia Alma Ata (OMS, 1978) la salud es definida como: “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”, a la vez que se proclama como un objetivo social y un derecho humano fundamental. Este maximalista concepto es modificado en 2002.
- Así, con motivo de la Segunda Asamblea Mundial sobre Envejecimiento, celebrada en Madrid 2002 se convierte en nueva denominación envejecimiento activo (WHO 2002) https://www.who.int/ageing/publications/active_ageing/en/), como “el proceso de optimización de la salud, la seguridad y la participación según se envejece, manteniendo el bienestar y la calidad de vida”. Así mismo, se establece también un listado de determinantes del envejecimiento activo: económicos, socio-culturales, ambientales, de servicios sociales y de salud, personales (genéticos), y conductuales o estilos de vida. A lo largo de los últimos 20 años, este concepto ha inspirado políticas y programas sanitarios y de acción social, a lo largo y ancho del planeta, con el único reproche de la carencia que han mostrado en su valoración a niveles nacionales o regionales, al menos aquellos desarrollados por organismos públicos.
- A efectos de las publicaciones de la OMS, el concepto envejecimiento activo no vuelve a aparecer, desde 2002 sino que es sustituido por el de envejecimiento saludable. Así, en los documentos publicados por la OMS sobre envejecimiento y salud en 2015 y 2018 es definido como: “el desarrollo y mantenimiento, a edades avanzadas, de la capacidad funcional que hace posible el bienestar…y que viene determinado por la capacidad intrínseca de la persona (es decir, por la combinación de todas sus capacidades físicas y mentales), por el entorno en el que vive (entendido en su sentido más amplio (e incluyendo el entorno físico, social y político) y por las interacciones entre ambos” (para una definición más amplia hay que examinar los Informes de OMS sobre Envejecimiento y Salud (2015, 2017) https://www.who.int/ageing/events/world-report-2015-launch/en/).
En este concepto se encuentran importantes cambios respecto de las conceptualizaciones que, a lo largo de los años, la OMS ha ido formulando sobre la salud y el envejecimiento y dada la evolución paradigmática de la gerontología desde una posición eminentemente patologista y deficitaria, a una visión positiva o al menos a la pluralidad de formas de envejecer (usual, patológica y con éxito, establecidas Rowe y Khan, 1989). Independientemente que haya múltiples formas de envejecer, lo que sí es cierto es que en los últimos cincuenta años ha proliferado una red semántica de términos positivos para calificar una buena vejez (saludable, activa, productiva, satisfactoria, con éxito, y otros muchos más); todos ellos definidos operacionalmente con distintos atributos, pero también es verdad que envejecimiento saludable equiparado a la funcionalidad parece reducirse a un nivel motor de las actividades de la vida diaria.
1) Envejecimiento saludable se equipara a la funcionalidad del individuo, lo cual parece una simplificación de todos los conceptos anteriores; evidentemente la funcionalidad está asociada a la edad pero la edad no explica las capacidades funcionales del individuo sino que éstas dependen de la enfermedad que puede ser prevenida.
2) Se establece que las capacidades intrínsecas (mentales y físicas) son parte de sus determinantes. Es decir, se establece que las capacidades psicológicas y comportamentales son potenciales causas de salud y enfermedad. Además, muy acertadamente se establece que el proceso de envejecimiento es eminentemente interactivo, lo cual implica que es errónea cualquier afirmación de que la salud es explicada por solo un tipo de variables (por la biología, la economía, el ambiente o la genética como así aparece en 2002). Incluso, todo ello contradice lo sostenido por la OMS, a través de los años, con las diferencias causales de lo intrínseco y extrínseco. Por tanto, también sería erróneo, a partir de ahora, las atribuciones explicativas realizadas respecto del envejecimiento y la longevidad de que la genética explica aproximadamente un 20-25% de su varianza mientras que un 75-80% sería explicado por el ambiente. En definitiva, la única explicación teórica y epistemológicamente plausible en la explicación del envejecimiento y la salud (como así reconoce no solo desde la psicología sino, también, desde la epigenética) es interactiva postulando un largo proceso, a lo largo de la vida, entre factores, biológicos, psicológicos y sociales (e.g. Fernández-Ballesteros, 2013) Sin duda, ambas referencias conceptuales son avances extraordinarios que reajusten algunas de las afirmaciones de la OMS bien biologicistas como ambientalistas que dejan fuera de la ecuación la explicación del envejecimiento y sus parámetros de salud/enfermedad del comportamiento humano.
3) Finalmente, el aspecto más negativo de esta nueva conceptualización de la relación entre envejecimiento y salud es no presentar su historia y explicar los cambios realizados; es decir, en ninguna parte del texto, se alude al concepto ligado a la edad, más divulgado y extendido: el envejecimiento activo, al que, además, se sustituye. Ni tampoco se justifica el por qué de esa sustitución a la que hemos ya aludido ni siquiera mediante la presentación de los estudios valorativos efectuados en la contrastación del envejecimiento activo y su vigencia y difusión y, cuanto menos que aporta el concepto como podemos apreciar en el reciente Cambridge Handbook of Successful Aging (Fernández-Ballesteros, Benetos y Robine, 2019) en el que se presentan abundantes datos valorativos de los programas de promoción del envejecimiento activo o con éxito tanto a nivel individual y grupal (Caprara y Mendoza, 2019) así como en contextos comunitarios (Mendoza-Nuñez y Martínez-Maldonado, 2019). Así también nuestro equipo ha podido constatar mediante estudios quasi-experimentales los efectos positivos de los programas de envejecimiento activo (para una revisión ver Caprara et al, 2013) así como mediante estudios poblacionales en 23 países europeos (Fernández-Ballesteros, Olmos, Perez-Ortiz, y Sánchez-Izquierdo, 2020) que dan la importancia de la medida en agregado del envejecimiento activo así como su concordancia con medidas interindividuales.
En este concepto se encuentran importantes cambios con las conceptualizaciones que, a lo largo de los años, la OMS ha ido formulando respecto a la salud a saber: 1) se equipara la funcionalidad a salud, lo cual parece una simplificación de todo lo anterior eliminando condiciones tan importantes como condiciones cognitivas, afectivas, motivacionales y psicosociales ; 2) se establece que las capacidades intrínsecas son parte de sus determinantes, es decir, se proclama que las capacidades psicológicas y comportamentales son potenciales causas de salud y, además, que el proceso de envejecimiento es eminentemente interactivo lo cual implica que es errónea cualquier afirmación de que la salud es explicada por solo un tipo de variables (por la economía, el ambiente o la genética). Sin duda, ambas referencias conceptuales son avances extraordinarios y, contrariamente, 3) el aspecto más negativo es que, en ninguna parte, se alude al concepto ligado a la edad, más divulgado y extendido: el Envejecimiento activo, al que se sustituye, ni tampoco se justifica el porqué de esta cambio y sustitución.
Todo ello parece extraordinariamente importante para la ciencia y la vida humana, en general; tendrá que ser considerado y abordado más extensa e intensamente en el próximo futuro por todos los organismos públicos y privados implicados.
Por nuestra parte, a todos aquellos compañeros de la SEGG que trabajan en los efectos del comportamiento en la salud y la supervivencia a lo largo de la vejez se unan a la invitación de Frontiers Research Topic Title: Psycho-Behavioral Factors and Longevity con el propósito de promover la investigación en este sentido.
REFERENCIAS
Caparara, MG, Molina, M.A., Schettini, R. Fernández-Ballesteros, R. et al. (2013). Active Aging Promotion: Results from the Vital Aging Program. Current Gerontology and Geriatrics Research 2013(5181):817813 DOI: 10.1155/2013/817813
Caprara, MG y Mendoza-Neyda (2019) Promotimg Successful Aging. A psychosocial Perspective. Pp 512-533. Fernández-Ballesteros,R, Benetos, A y Robine, J.M (Eds.) (2019). Cambridge Handbook od Successful Aging.U.S. Nueva York.
Fernández-Ballesteros, R. (2009). La psicogerontología: una nueva disciplina de ls psicología aplicada. En: R. Fernandez-Ballesteros, R.(Dir): Psicología de la vejez, pp19-34. Madrid: Pirámide
Fernández-Ballesteros, R (2013). Envejecimiento. Crecimiento y declive. En IMSERSO (Comp.) Envejecimiento activo. Madrid: IMSERSO.
Fernandez-Ballesteros, R. (2017) Active Versus Healthy Aging: a Step Backwards? Geriatrics &Gerontology Medicine, 2(2):1-2.
Fernández-Ballesteros,R, Benetos, A y Robine,J.M (Eds.) (2019). Cambridge Handbook of Successful Aging.U.S. Nueva York.
Mendoza-Nuñez,V.M. y Martinez-Maldonado., M.L. (2.019. Promoting Successful Aging in the Community. In: Cambridge Handbook of Successful Aging. 234-555. Nueva York.
Rowe, J. W. y Khan, R. L. (1987). Human Aging: Usual and successful. Science, 237, 143-149.
OMS (1978) Conferencia Internacional sobre Atención Primaria de Salud, Alma-Ata, URSS
OMS (2002) Envejecimiento activo. Un Marco Político. Ginebra
(OMS, 2019). El Decenio del Envejecimiento Saludable 2020-2030, Ginebra
OMS (2002). Envejecimiento activo. Un Esquema político. Ginebra, OMS.
OMS (2015, 2018). Informe sobre salud y envejecimiento. Ginebra. OMS.
UN (2002) Plan Internacional de Acción sobre el Envejecimiento- MADRID. Nueva York